Peldaños

Peldaños

Si alguna vez te encuentras abatido a causa de tus debilidades, de tus fracasos o de las propias circunstancias en que vives, no pierdas las esperanzas: ello bien podría llevarte a descubrir lo cerca de ti que está el Señor y cuánto se preocupa de tu bienestar. Suele ser en los periodos más duros de la vida cuando comprendemos que Jesús vela siempre a nuestro lado, y que nos ama y desea lo mejor para nosotros. Cuando comprendemos que el Señor tiene un designio positivo en todo lo que permite que nos ocurra, aprendemos a sacar partido aun de nuestros problemas. Cada dificultad o decepción puede llegar a ser un peldaño hacia mayores satisfacciones.

El amoroso plan de Dios
El Señor ha prometido en Su Palabra «A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien» (Romanos 8:28). Como hijo del Señor que eres, Él no permitirá que te pase nada que no sea para tu bien. Si bien es posible que te hayan sobrevenido muchas cosas que en su momento no te parecieron gratas ni alentadoras, tarde o temprano descubrirás que de alguna manera resultaron ser positivas.
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Las respuestas del Señor a nuestras oraciones son infinitamente perfectas. A veces, sin embargo, Él no nos responde tal como quisiéramos, porque conoce el futuro y sabe que de concedernos indiscriminadamente nuestros deseos, éstos podrían perjudicar a otras personas o a nosotros mismos. Con frecuencia caemos en cuenta de que lo que pedíamos era en realidad una piedra con apariencia de pan. En contraste, lo que Él trataba de darnos era un pan, que por nuestra miopía nos parecía una piedra (Mateo 7:7-11).

La hora más oscura
Los propósitos divinos no siempre se ven claros en un primer momento. De lo que sí podemos estar seguros es de que estamos bajo Su cuidado y de que a fin de cuentas, sea como sea, todo redundará en nuestro bien. Cuando pases por un momento de prueba —a pesar de las batallas que enfrentes, de las pérdidas que sufras, de la confusión en que te veas envuelto, de las angustias que padezcas— debes afirmarte en la certeza de que Dios te ama. Su amor es inmutable, infalible, interminable. Por muy negro que se presente el panorama, por difícil que se torne la lucha, por muy largo y tétrico que se vea el túnel y por muy intenso que se perciba el sufrimiento, Él te ama. No es mezquino con Su amor. No es algo que nos entregue con cuentagotas a medida que nos vamos haciendo acreedores de él. Nos lo reparte siempre con gran liberalidad.
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Jesús prometió: «Yo estoy contigo todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:20). Y aseveró: «No te desampararé, ni te dejaré» (Hebreos 13:5). Aun en los momentos más críticos y difíciles, el Señor es un «amigo más unido que un hermano» (Proverbios 18:24). «Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estarás conmigo; Tu vara y Tu cayado me infundirán aliento» (Salmo 23:4). Él nos acompaña en la hora más sombría, en los momentos de prueba, en medio de la confusión. Está contigo en la más honda desesperación. Permanece a tu lado porque te ama. Está ahí para sacarte adelante.

[wbcr_php_snippet id=”600″ ancho=”200″ tipo=”J” donde=”I”]A Jesús no le gusta verte sufrir y pasar desdichas. Pero sabe que es preciso que los seres humanos pasemos por esas cosas para convertirnos en la clase de personas que Él quiere que seamos y para que cumplamos la pequeña parte que nos corresponde a cada uno dentro de Su plan universal. Él mismo tuvo que sufrir la agonía de la cruz por los pecados del mundo.

El sendero hacia la gloria
Cuando llegues al final del sendero de la vida y mires en retrospectiva todo lo que ha acontecido, comprenderás cuánto te ha amado el Señor y lo fielmente que te ha cuidado a lo largo del recorrido, particularmente cuando éste se te hacía cuesta arriba. Entonces verás con claridad que las rocas que tuviste que sortear en el camino no estaban ahí para hacerte tropezar, sino que eran peldaños que conducían a la gloria, la gloria del pleno apoyo y confianza en el Señor, la gloria de que el Espíritu de Dios pudiera obrar por medio de un espíritu humilde, un alma que confía, una mente dócil y un corazón lleno de amor.

Por muchos recodos que dé el camino, recuerda que Jesús está contigo. Él fija Su atención en ti y a la postre dispondrá que incluso las peores situaciones concurran en tu bien. ¡Lo ha prometido!

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[wbcr_php_snippet id=”600″ ancho=”200″ tipo=”A” donde=”D”]Si aprendes esta sencilla ecuación, batallas=beneficios, tu vida se enriquecerá, adquirirás valiosas enseñanzas, tendrás más paz interior y reconocerás más fácilmente la mano del Señor en los acontecimientos de tu vida. Hay una diferencia como de la noche al día entre contemplar una riada de problemas, batallas, pruebas y tribulaciones esperando que suceda lo peor, y contemplarla con la ilusión y expectativa de descubrir todo el bien que el Señor sacará de todo ello en tu beneficio.

María David
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