Lo que logran las oraciones!

Lo que logran las oraciones!

  • Las oraciones se introducen entre la gente. Tocan, sanan, reparan. Infunden fuerzas, poder y valor. Levantan el ánimo a los abatidos. Sanan con su toque corazones, cuerpos y mentes. Dan un abrazo cálido, un apretón tierno, una caricia amable. Lavan dudas, temores y preocupaciones. Libran de errores ocultos. Retiran escombros. Eliminan el resentimiento, la envidia, los celos y las disputas. Son besos que ahuyentan pesares y malentendidos. Alivian dolores, sanan heridas y borran cicatrices.
  • Las oraciones protegen con desvelo y mantienen a salvo. Consuelan, alivian y brindan paz y tranquilidad. Nutren, visten y proveen en abundancia. Alegran y generan risas y fortuna. Animan, elevan, motivan, cautivan. Dan energía, dotan de poder y vigor, encienden la chispa de la vida. Despiden luz, rayos de esperanza. Aportan estabilidad, inteligencia, firmeza, solidez y estabilidad.
  • Tus oraciones han sostenido a tus seres queridos. Han obrado milagros en su vida, en la mente y el corazón de las personas por quienes has orado. Tus oraciones han obrado prodigios y ganado mucho terreno para Su Reino.
  • Llaman al Señor a tu lado. Lo animan y lo invitan a actuar, a obrar en tu favor.
  • La oración invoca transformaciones y altera situaciones más que ninguna otra cosa.
  • La oración libera Sus manos para que obren maravillas por nosotros. Hace salir de la botella los genios celestiales y los envía en nuestra ayuda. Nos da cuanto precisamos y numerosos colaboradores en la esfera espiritual que nos abren puertas.
  • Cuando buscamos Su rostro y le exponemos nuestro corazón, El obrará con celeridad a nuestro favor y hará lo que nosotros no podemos. Obrará milagros. Debemos hacer, ni más ni menos lo que podamos, que es acudir a El con fervor y amarle con todo nuestro corazón y nuestra mente. Si dejamos toda distracción o preocupación en Sus hábiles manos, El tomará cargo de la situación.
  • Uno de los mayores frutos de la oración, además de lograr grandes resultados y respuestas, es el efecto que tiene en nuestra propia vida y en nuestro espíritu. Nos mantiene en estrecha comunicación con Jesús, nos obliga a depender de El a toda costa, nos mantiene conectados con Su Espíritu y nos protege de otros espíritus, de espíritus del mundo como materialismo, letargo o egoísmo. La oración es uno de los mayores medios de defensa. Mantiene el corazón y el espíritu limpios.
  • Nuestras oraciones son como un imán: atraen y acercan al Señor. Cuando oramos El acude, El se apega a nuestro lado para ayudarnos con cuanto pidamos, para concedernos lo que deseamos y que sea Su voluntad. Nuestras oraciones atizan Su fuego, avivan Su llama, y Lo impulsan a la acción.
  • Nuestras oraciones nunca vuelven vacías. Salen y logran aquello para lo que las enviamos, y nos regresan de vuelta duplicadas, pues no solo el Señor nos bendice concediendo lo que pedimos, sino que nos otorga un beneficio adicional a los que oramos. Nuestras oraciones no solo generan cambios; también recibimos una bendición concreta de Jesús. Es algo que El prometió, y una de las formas en que se multiplican nuestras oraciones.
  • Las oraciones traspasan gruesos muros y atraviesan puertas de bronce. Penetran superficies duras. Derriten el hielo, generan calor, encienden a los fríos. Escalan los picos más altos e imparten fe, valor e ideales. Descienden a las simas más profundas de la angustia. Tienden la mano para ayudar, levantan a los abatidos y a los desanimados. Generan luz, vida y esperanza, y proporcionan grandes victorias a las personas por quienes oráis.
  • Nuestras oraciones funden nuestra mente. Gracias a ellas, adoptáis una mentalidad celestial y nos hacemos uno con El. ¡Hermoso misterio este de la oración! Allí en el rincón de la oración podéis asumir Su naturaleza divina. Allí es donde Su poder se transmite a vuestras diminutas manos. Allí nuestras endebles manos se vuelven macizas como hierro. Nuestro poder se torna invencible y nuestro campo de fuerza impenetrable.
  • La habilidad que poseemos gracias al poder de la oración -de hacer, cambiar, alterar, ayudar, sanar, ganar, conquistar en nombre del amor- se extiende más allá del horizonte. Gracias a la oración, nuestra influencia llega hasta los confines de la Tierra y mucho más allá.
  • Con nuestras oraciones, nos volvemos como hombres y mujeres biónicos llenos de fuerza y poder. Gracias a ellas nos volvemos extraordinarios, capaces de realizar grandes hazañas, y nuestras posibilidades son sorprendentes. ¡Nos volvemos sobrenaturales!
  • Eso es lo que pasa cuando se vive en oración. Lo que se ve en la ciencia-ficción no es nada comparado con el poder tremendo y la fuerza sorprendente que El Señor puede poner en nuestras manos por medio de la oración.
  • Nuestras oraciones sostienen vidas. Influencian decisiones. Proveen, protegen y albergan.
    Nutren y visten. Insuflan aliento de vida a los que están al borde de la muerte. Colman a otros de la fuerza y poder del Cielo a fin de que realicen grandes obras. Los guían, instruyen y aconsejan. Envuelven a los agotados, a la espera del momento propicio para infundirles una porción de Su Espíritu, que los llena de la luz, la vida, el fuego y el entusiasmo necesarios para seguir adelante.
  • Tus oraciones son la fuerza impulsora de una revolución grande y potente. Son el combustible que enciende el motor, la energía que libera luz, vida y poder en las personas por quienes oras, a fin de que se consoliden Sus designios.