25 Feb Cómo enmendar la situación
De Jesús…
Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad[1].
[wbcr_php_snippet id=”600″ ancho=”33%” tipo=”J” donde=”D”]La sinceridad al confesar sus equivocaciones y yerros juega un papel decisivo en el proceso de aprender de los errores, recibir Mi perdón y enmendar la situación.
Asumir la responsabilidad es un factor importantísimo a la hora de aprender de los deslices que cometen. Pero, ¿cómo esperan aprender si culpan a otros de lo sucedido? ¿Cómo esperan obtener mayor experiencia y ver la situación desde la perspectiva debida? ¿Para qué hacerlo? A fin de cuentas no es asunto suyo, ¿verdad?
La cuestión con ese razonamiento es que todos los implicados pueden beneficiarse del error. Al menos adquieren experiencia y evitan que se vuelva a repetir. Mi deseo es que se beneficien de los errores que cometen. Pero no lo harán a menos que estén dispuestos a aceptar su responsabilidad y participación en el problema.
Quienes admiten su complicidad, solicitan disculpas sinceras y aceptan humildemente el perdón que Yo y los demás les extendemos, dejan de preocuparse, de justificarse y de derrochar energía en el aspecto más delicado de los errores.
Conviene aprender de las equivocaciones, concentrarse en las lecciones que encierran, crecer gracias a las vivencias y convertir las derrotas en victorias.
Los beneficios que ofrecen sus errores y metidas de pata son excelentes a Mis ojos. Pero la única manera de sobreponerse a los aspectos duros, difíciles o desagradables que conllevan la humillación y la culpa, y de aprender lecciones y obtener beneficios, es mediante la humildad, la sinceridad, la confesión y el perdón verdaderos. La honestidad y el hecho de asumir su responsabilidad les ayudan a superar los aspectos desagradables y los convierten en mejores personas. Yo enriqueceré su vida gracias a dicha experiencia y les ayudaré a hacerlo mejor en el futuro.
[wbcr_php_snippet id=”600″ ancho=”33%” tipo=”J” donde=”I”]El proceso se divide en tres partes: primero, aceptar la culpa y reconocer que se equivocaron y necesitan perdón. Segundo: hacer lo necesario para enmendar la situación; en ocasiones basta con una disculpa, mientras que otras requieren de mayor trabajo. Finalmente: aprender de la situación. Yo puedo enseñarles el aspecto positivo de sus errores si me preguntan lo que deseo enseñarles. Entonces la experiencia adquiere un cariz de aprendizaje y crecimiento.
Se dice que quienes no evalúan ni aprenden de sus errores, vuelven a repetirlos. Y es cierto. Las excusas detienen el proceso de crecimiento y aprendizaje. Algunos tienden a pensar: «Ya pedí perdón. Ahora todo está bien». Pero ese pensamiento impide que obtengan toda la experiencia que podrían de la situación. Lo más probable es que tengan que volver a pasar por un suceso similar a fin de entenderla bien.
[wbcr_php_snippet id=”600″ ancho=”33%” tipo=”A” donde=”I”]La manera de realmente aprender de los errores es buscando la lección y encontrando el fortalecimiento. Es un método eficaz y útil de ver los errores y metidas de pata. La condenación y la culpa no les enseñan nada. Lo que es más, abruman sus pensamientos y les impiden aprender nuevas lecciones y realizar los progresos que deseo que hagan. Los errores debieran motivarlos a arrepentirse y volverse más humildes ante Mí y los demás. Deben estar dispuestos a hacer lo que sea necesario para corregir la situación. Pero eviten caer en el pozo de la condenación. Ello sólo evitará que aprendan de la situación.
[wbcr_php_snippet id=”600″ ancho=”33%” tipo=”H” donde=”D”]La verdadera victoria es aceptar el fracaso. Es permitirme enseñarles paso a paso lo que estuvo mal y la mejor manera de hacerlo en el futuro. Conviene meditar en el asunto. Les recomiendo pensar en lo sucedido de forma larga y tendida. Permítanme ofrecerles Mi perspectiva.
La última fase del proceso —el aprendizaje y el crecimiento que les brinda esa vivencia— los convierte en hombres y mujeres más prudentes. Produce la tristeza que produce arrepentimiento[2]. Yo me puedo valer de esa actitud para ayudarles a crecer.
Los errores y fracasos son oportunidades de crecer. Cada vez que metan la pata, imaginen que les dijera: «Deseo brindarles la oportunidad de fortalecer su carácter. Les ofrezco una vivencia que les brindará mayor sabiduría, madurez y experiencia. Deseo acercarlos más a Mí y a los demás. ¿Les interesa?» En el espíritu, eso es lo que representa un fracaso. Se trata de una experiencia fenomenal de crecimiento, siempre y cuando procedan en humildad y realmente sientan arrepentimiento. No cabe duda que adquirirán algo de gran valor gracias a cada una de esas experiencias.
[wbcr_php_snippet id=”600″ ancho=”33%” tipo=”H” donde=”I”]No existen los atajos. No hay una salida fácil. Los errores en ocasiones producen mucho dolor, pues es preciso aceptar que me han decepcionado o lastimado a una persona. En ocasiones producen sentimientos de dolor e ira. El simple hecho de sentirse arrepentidos no les asegura la satisfacción ni el consuelo de saber que todo saldrá bien. Algunos de los efectos de ese error continúan por un tiempo y los afectan a ustedes y a otros.
Las situaciones más vergonzosas y humillantes esconden algunos de los más preciosos tesoros de sabiduría y las más finas gemas de experiencia y crecimiento.
No olviden que poseen un arma secreta que los ayudará y sostendrá durante el largo —y en ocasiones penoso— proceso: seguridad en el amor eterno e incondicional que les profeso. Aunque hayan metido la pata hasta el fondo. Aunque se sientan absolutamente humillados y les parezca que no valen gran cosa, jamás olviden que los amo y que siempre los amaré.
[wbcr_php_snippet id=”600″ ancho=”33%” tipo=”J” donde=”D”]Mi amor no cambia por más que el mundo entero se enoje con ustedes. El amor que les profeso no depende de su rectitud. Por supuesto que deseo que se acerquen a Mí. Los animo a enmendar la situación y arrepentirse de sus errores. Pero aun antes que realicen actos de contrición, Yo nunca dejo de amarlos. Mi amor no establece condiciones. No deben realizar ciertos actos para merecerlo. Sencillamente lo tienen.
Dependan de ese amor durante el proceso de compensación de un error y aprendizaje. A menudo se trata de un proceso difícil. Sus disculpas no solucionan de inmediato lo ocurrido. En ocasiones se ven obligados a atravesar un humillante proceso que los desanima y hace sentir miserables. Pero en esos momentos recuerden cuánto los amo. Que Mi amor sea su rayo de esperanza. Puede llegar a salvarles la vida. Los acompañaré y ayudaré siempre, si me lo permiten.
Yo creo en ustedes. Tengo fe en ustedes. Sé que pueden superar cualquier equivocación, falta o yerro. No cabe duda que esa vivencia les brindará mayor sabiduría y humildad. Los errores los motivan a crecer y convertirse en mejores personas.
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[1] 1 Juan 1:9 (NVI).
[2] 2ª a los Corintios 7:10.